Por Blasina y Asociados, especial para El Observador
Desde que hace dos años empezó una tendencia a la baja en las materias primas en el mundo se ha visto a la ganadería uruguaya como un refugio de estabilidad. Su eslabón habitualmente más débil, la cría –y en particular el precio del ternero– lo viene representando con creces: el precio del ternero no solo se mantiene estable en dólares sino que inclusive se afirma. Pero no pasa lo mismo con el ganado gordo ni con el precio de exportación de la carne.
De modo que lo que viene dándose es una alteración de precios relativos al interior de la ganadería. La relación de reposición entre el ternero y el novillo es la más favorable que se haya dado. Hay un sobreprecio superior al 40% del kilo de ternero sobre el del novillo gordo. Y mientras habitualmente una baja del gordo arrastra a su vez al precio de los animales chicos, eso no se viene cumpliendo. El ganado gordo baja en dólares, el ternero igual sube o al menos se mantiene. Todo eso en vísperas de que llegue el grueso de la oferta anual de terneros al mercado.
Una clave de la situación de precios de los terneros, que se sostienen por encima de los dos dólares por kilo, está en la exportación en pie. Particularmente activa a lo largo de los últimos dos años, está dando un piso de precios muy firme. En 2013 sumó 38 mil vacunos, que pasaron a 140 mil en 2014, y a 201 mil en 2015.
En el primer trimestre de este año la actividad se mantiene fluida y dando una vía de salida a la producción que complementa a la de los compradores locales.
En el mercado local la demanda ha tenido también un incremento derivado de la cuota europea 481, que ha acelerado a un segmento de la ganadería intensiva que se ha vuelto viable gracias a este cupo que ofrece precios 30% por encima de los que tienen los novillos gordos convencionales. Porque para este cupo, el invernador sabe anticipadamente el precio de venta de su novillo, que se sitúa cerca de US$ 3,80 por kilo de carcasa o US$ 2,10 por kilo una cotización muy por encima del precio que actualmente tienen los novillos gordos de pasturas (US$ 2,85 por kilo de carcasa o US$ 1,50 por kilo en pie).
Por el lado de la demanda más tradicional, de los invernadores pastoriles, la llegada de las lluvias en el otoño ha asegurado la implantación de las praderas y la persistencia de buenas condiciones forrajeras hasta la entrada del invierno, de modo que los que engordan a pasto deberán comprar para consumir el forraje del que dispondrán. Pueden comprar con la esperanza de que a la hora de vender los actuales precios hayan tenido repuntes. En todo caso lo harán presionados por la necesidad de seguir funcionando. La demanda estará presente, y lo hará con una oferta restringida.
Los últimos entores han tenido un resultado muy irregular. Los últimos dos veranos tuvieron altas temperaturas y períodos sin lluvias que dificultaron la preñez de las vacas, por lo que los tres millones de terneros destetados que en un momento parecieron accesibles no llegaron.
Y de los 2,7 millones que se destetan, 200 mil se van en barco, de modo que si presumimos que 50% son machos, una oferta inicial de 1,35 millones queda en 1,15 millones. Sacando algo de mortandad, es la faena de novillos de Uruguay, apenas superior al millón de novillos por año.
Situación despareja
Desde que hace dos años empezó una tendencia a la baja en las materias primas en el mundo se ha visto a la ganadería uruguaya como un refugio de estabilidad. Su eslabón habitualmente más débil, la cría –y en particular el precio del ternero– lo viene representando con creces: el precio del ternero no solo se mantiene estable en dólares sino que inclusive se afirma. Pero no pasa lo mismo con el ganado gordo ni con el precio de exportación de la carne.
De modo que lo que viene dándose es una alteración de precios relativos al interior de la ganadería. La relación de reposición entre el ternero y el novillo es la más favorable que se haya dado. Hay un sobreprecio superior al 40% del kilo de ternero sobre el del novillo gordo. Y mientras habitualmente una baja del gordo arrastra a su vez al precio de los animales chicos, eso no se viene cumpliendo. El ganado gordo baja en dólares, el ternero igual sube o al menos se mantiene. Todo eso en vísperas de que llegue el grueso de la oferta anual de terneros al mercado.
Una clave de la situación de precios de los terneros, que se sostienen por encima de los dos dólares por kilo, está en la exportación en pie. Particularmente activa a lo largo de los últimos dos años, está dando un piso de precios muy firme. En 2013 sumó 38 mil vacunos, que pasaron a 140 mil en 2014, y a 201 mil en 2015.
En el primer trimestre de este año la actividad se mantiene fluida y dando una vía de salida a la producción que complementa a la de los compradores locales.
En el mercado local la demanda ha tenido también un incremento derivado de la cuota europea 481, que ha acelerado a un segmento de la ganadería intensiva que se ha vuelto viable gracias a este cupo que ofrece precios 30% por encima de los que tienen los novillos gordos convencionales. Porque para este cupo, el invernador sabe anticipadamente el precio de venta de su novillo, que se sitúa cerca de US$ 3,80 por kilo de carcasa o US$ 2,10 por kilo una cotización muy por encima del precio que actualmente tienen los novillos gordos de pasturas (US$ 2,85 por kilo de carcasa o US$ 1,50 por kilo en pie).
Por el lado de la demanda más tradicional, de los invernadores pastoriles, la llegada de las lluvias en el otoño ha asegurado la implantación de las praderas y la persistencia de buenas condiciones forrajeras hasta la entrada del invierno, de modo que los que engordan a pasto deberán comprar para consumir el forraje del que dispondrán. Pueden comprar con la esperanza de que a la hora de vender los actuales precios hayan tenido repuntes. En todo caso lo harán presionados por la necesidad de seguir funcionando. La demanda estará presente, y lo hará con una oferta restringida.
Los últimos entores han tenido un resultado muy irregular. Los últimos dos veranos tuvieron altas temperaturas y períodos sin lluvias que dificultaron la preñez de las vacas, por lo que los tres millones de terneros destetados que en un momento parecieron accesibles no llegaron.
Y de los 2,7 millones que se destetan, 200 mil se van en barco, de modo que si presumimos que 50% son machos, una oferta inicial de 1,35 millones queda en 1,15 millones. Sacando algo de mortandad, es la faena de novillos de Uruguay, apenas superior al millón de novillos por año.
Situación despareja
El precio del ternero firme y por encima de los precios de los años anteriores, pero en una situación de desequilibrio cuando se mira el conjunto.
Porque, mientras tanto, en el mercado del ganado gordo las presiones bajistas sobre el precio del novillo y la vaca se mantienen. La industria ve con incertidumbre el futuro e intenta asegurar un margen en el presente.
Aunque el precio de exportación de la carne uruguaya es incomparablemente mayor al del siglo XX, está hoy en los niveles más bajos desde 2011. Ha pasado de un promedio histórico de US$ 1.500 a US$ 4.000 en el período 2012/2015, pero en este año tiende a ubicarse sobre US$ 3.500, y en las últimas semanas está por debajo de esa referencia.
Si la relación flaco/gordo se mira en perspectiva histórica, lo que está pasando es realmente impactante. Desde relaciones históricas cercanas a la paridad, a medida que la ganadería se fue intensificando se fue pasando a precios 10% a 15% superiores por el ternero, pero ahora esa relación se ha ido a aproximadamente 40% y más.
El ternero supera los US$ 2 y el novillo terminado con pasturas como máximo llega a US$ 1,50. Algo que podría disparar una apuesta a la cría si se dieran condiciones complementarias: la exportación de terneras en pie a Argentina, que por ahora no se concreta, o un mejor precio de la vaca gorda, que tampoco sucede.
Para el productor criador la cuenta es desigual. Mientras que con el ternero el precio es atractivo la vaca, producto fundamental de su ecuación, tiene las mismas presiones y aún más que el novillo gordo. Ya sea la vaca gorda, que ha tenido fuertes descensos, como la vaca flaca o de invernada, han ajustado reduciendo sus márgenes. El novillo gordo ha bajado desde más de US$ 2 por kilo a US$ 1,50; la vaca lo ha hecho desde US$ 1,70 a US$ 1,30; y las de invernada US$ 1,60 a US$ 1,20.
En ese ajuste y con los inconvenientes climáticos que provocaron fallas en las preñeces, la faena con vacas ha venido en aumento, lo que significa una especie de reaseguro de que los precios de los terneros seguirán firmes en el mediano plazo. El envío de vacas ha venido en sostenido aumento, de 700 mil por año a un millón en el presente.
Ese nivel de extracción sumado a las exportaciones en pie pondrán una pausa en el crecimiento del stock ganadero, lo que es otra señal para dar firmeza a los precios de la cría. Además, en un agro uruguayo en el que la ganadería va recuperando hectáreas que fueron agrícolas, puede dar un sostén de varios años al precio del ternero y empezar a generar una retención de vaquillonas que por el momento tampoco se está dando.
La faena de vaquillonas se mantiene por encima de los niveles de los años anteriores y, por otra parte, el stock ovino bajo también da holgura a la dotación ganadera, que está terminando un período de ajuste con una extracción excesiva que empezó el año pasado con los faltantes de agua en el centro y este del país. Mientras, la faena de novillos está casi 20% por debajo de la del año pasado en marzo, mientras que el precio promedio de exportación puede cerrar marzo por debajo de US$ 3.500 la tonelada, algo que no sucedía desde 2010.
A Uruguay con una población disminuida de ovinos y una superficie agrícola estabilizada o en leve retroceso le caben muchos más vacunos de los que contiene actualmente. Se pueden cruzar los 12 millones de vacunos y los tres millones de terneros. Pero con una faena de vacas que supera el millón de animales por año, cabe preguntarse: ¿cómo se va a repoblar la ganadería uruguaya? ¿Cruzaremos los 12 millones de vacunos en esta década? ¿Cuáles serán las áreas de equilibrio de largo plazo entre ganadería, agricultura y forestación? ¿Cuál será la carga alcanzable en las áreas forestales? ¿Cuál será el área forestal de largo plazo?
Mientras tanto, esta semana surgió la noticia de una suspensión potencial en las compras de ganado en pie de Turquía, que en el arranque de la zafra de terneros genera algo de incertidumbre a las empresas criadoras, en su mayoría pequeñas y medianas ubicadas en los suelos de menor potencial. Aunque hay otros mercados importantes, como Egipto, Turquía ha sido el comprador principal para el ganado uruguayo. Un riesgo para un sector que hasta el comienzo de esta semana parecía tener total firmeza.
Estrategias ante la adversidad
Porque, mientras tanto, en el mercado del ganado gordo las presiones bajistas sobre el precio del novillo y la vaca se mantienen. La industria ve con incertidumbre el futuro e intenta asegurar un margen en el presente.
Aunque el precio de exportación de la carne uruguaya es incomparablemente mayor al del siglo XX, está hoy en los niveles más bajos desde 2011. Ha pasado de un promedio histórico de US$ 1.500 a US$ 4.000 en el período 2012/2015, pero en este año tiende a ubicarse sobre US$ 3.500, y en las últimas semanas está por debajo de esa referencia.
Si la relación flaco/gordo se mira en perspectiva histórica, lo que está pasando es realmente impactante. Desde relaciones históricas cercanas a la paridad, a medida que la ganadería se fue intensificando se fue pasando a precios 10% a 15% superiores por el ternero, pero ahora esa relación se ha ido a aproximadamente 40% y más.
El ternero supera los US$ 2 y el novillo terminado con pasturas como máximo llega a US$ 1,50. Algo que podría disparar una apuesta a la cría si se dieran condiciones complementarias: la exportación de terneras en pie a Argentina, que por ahora no se concreta, o un mejor precio de la vaca gorda, que tampoco sucede.
Para el productor criador la cuenta es desigual. Mientras que con el ternero el precio es atractivo la vaca, producto fundamental de su ecuación, tiene las mismas presiones y aún más que el novillo gordo. Ya sea la vaca gorda, que ha tenido fuertes descensos, como la vaca flaca o de invernada, han ajustado reduciendo sus márgenes. El novillo gordo ha bajado desde más de US$ 2 por kilo a US$ 1,50; la vaca lo ha hecho desde US$ 1,70 a US$ 1,30; y las de invernada US$ 1,60 a US$ 1,20.
En ese ajuste y con los inconvenientes climáticos que provocaron fallas en las preñeces, la faena con vacas ha venido en aumento, lo que significa una especie de reaseguro de que los precios de los terneros seguirán firmes en el mediano plazo. El envío de vacas ha venido en sostenido aumento, de 700 mil por año a un millón en el presente.
Ese nivel de extracción sumado a las exportaciones en pie pondrán una pausa en el crecimiento del stock ganadero, lo que es otra señal para dar firmeza a los precios de la cría. Además, en un agro uruguayo en el que la ganadería va recuperando hectáreas que fueron agrícolas, puede dar un sostén de varios años al precio del ternero y empezar a generar una retención de vaquillonas que por el momento tampoco se está dando.
La faena de vaquillonas se mantiene por encima de los niveles de los años anteriores y, por otra parte, el stock ovino bajo también da holgura a la dotación ganadera, que está terminando un período de ajuste con una extracción excesiva que empezó el año pasado con los faltantes de agua en el centro y este del país. Mientras, la faena de novillos está casi 20% por debajo de la del año pasado en marzo, mientras que el precio promedio de exportación puede cerrar marzo por debajo de US$ 3.500 la tonelada, algo que no sucedía desde 2010.
A Uruguay con una población disminuida de ovinos y una superficie agrícola estabilizada o en leve retroceso le caben muchos más vacunos de los que contiene actualmente. Se pueden cruzar los 12 millones de vacunos y los tres millones de terneros. Pero con una faena de vacas que supera el millón de animales por año, cabe preguntarse: ¿cómo se va a repoblar la ganadería uruguaya? ¿Cruzaremos los 12 millones de vacunos en esta década? ¿Cuáles serán las áreas de equilibrio de largo plazo entre ganadería, agricultura y forestación? ¿Cuál será la carga alcanzable en las áreas forestales? ¿Cuál será el área forestal de largo plazo?
Mientras tanto, esta semana surgió la noticia de una suspensión potencial en las compras de ganado en pie de Turquía, que en el arranque de la zafra de terneros genera algo de incertidumbre a las empresas criadoras, en su mayoría pequeñas y medianas ubicadas en los suelos de menor potencial. Aunque hay otros mercados importantes, como Egipto, Turquía ha sido el comprador principal para el ganado uruguayo. Un riesgo para un sector que hasta el comienzo de esta semana parecía tener total firmeza.
Estrategias ante la adversidad
La invernada tradicional de comprar un ternero para producir un novillo gordo aparece con números muy dudosos. Al menos arranca con una fuerte desventaja en costos. Ante eso surgen dos alternativas: una la de comprar ganado más adulto, ya sean novillos de 2 años, que ya no están disponibles para ser exportados en pie, o vacas de invernada.
Esa fue una estrategia considerada por Ramiro Olaso, director de Estancias del Uruguay, quien dijo al programa Tiempo de Cambio que la compra de vacas en este momento de bajos precios de la vaca gorda era una opción interesante. Por otra parte, para el director de Il Tramonto, Martín Martinicorena, la cadena destinada a producir para la cuota europea 481 tiene números que cierran en este caso a través de la valorización del producto final.
Lo que queda claro es que la ganadería tiene una situación nueva, que exige de la creatividad de los invernadores, ya sea para bajar los costos de la materia prima que compran o para valorizar al producto que venden. Con las compras y ventas tradicionales, con un ternero a más de US$ 2 y un novillo a menos de US$ 1,50 por kilo vivo, se vuelve difícil cerrar la actividad con margen. Por otra parte, dado que el buen precio del ternero se ve contrarrestado por un bajo precio de las vacas adultas, es poco probable que el alto precio del ternero desate un envión fuerte para la cría.
Esa fue una estrategia considerada por Ramiro Olaso, director de Estancias del Uruguay, quien dijo al programa Tiempo de Cambio que la compra de vacas en este momento de bajos precios de la vaca gorda era una opción interesante. Por otra parte, para el director de Il Tramonto, Martín Martinicorena, la cadena destinada a producir para la cuota europea 481 tiene números que cierran en este caso a través de la valorización del producto final.
Lo que queda claro es que la ganadería tiene una situación nueva, que exige de la creatividad de los invernadores, ya sea para bajar los costos de la materia prima que compran o para valorizar al producto que venden. Con las compras y ventas tradicionales, con un ternero a más de US$ 2 y un novillo a menos de US$ 1,50 por kilo vivo, se vuelve difícil cerrar la actividad con margen. Por otra parte, dado que el buen precio del ternero se ve contrarrestado por un bajo precio de las vacas adultas, es poco probable que el alto precio del ternero desate un envión fuerte para la cría.
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