por Jorge Chouy | jchouy@seragro.com.uy
Ganadería: oportunidades y desafíos al inicio de 2011
• Buenos precios de la carne en los mercados externos y en el abasto local impulsan alza en el ganado.
• Fuerte demanda para exportar en pie.
• La situación climática adversa tiende a corregirse.
• Amenazas de aumentos de impuestos.
Por culpa de La Niña, el país anduvo de seca. Aunque en febrero la situación tiende a regularizarse, aún no se ha superado totalmente y quedan secuelas dañosas que habrán de sufrirse por bastante tiempo más.
La peripecia de la seca fue irregular: las lluvias de verano tienen eso, al vecino le caen 100 mm y a nosotros nada; pero la alegría va por barrios y en la próxima capaz que se da al revés. Así es que zonas donde la situación estuvo crítica alternan con otras más favorecidas por las aguas, aunque en general hay un déficit acumulado bastante importante.
En esta oportunidad, la seca fue anunciada con bastante anticipación y muchos productores pudieron adecuar la dotación ganadera a la menor disponibilidad de forraje prevista y, mediante racionamientos o la utilización de reservas forrajeras, van sobrellevando la estrechez.
El gobierno dictó una serie de medidas para apoyar a los productores de las zonas más afectadas, en particular los de menor dimensión, con las dificultades que esto implica, dado el macramé de situaciones que se dan dentro de una misma zona.
Allí donde la seca fue más intensa se registran daños severos en las pasturas naturales, praderas perdidas, cultivos forrajeros de verano esmirriados y, otros, destinados a grano, que debieron resembrarse o picarse para silo. Una acelerada siembra temprana de verdeos de invierno se está cumpliendo en estos días, en procura de recomponer rápidamente, en lo posible, la base forrajera, antes del invierno.
Ganados
El entore de esta temporada nuevamente se ve resentido, pero, por otra parte, un número creciente de ganaderos ensayó manejos adecuados para enfrentar esta adversidad, con destetes anticipados –o cuando menos temporarios–, suplementación de vientres, etc.
Habrá que esperar un poco a ver cómo se dan los promedios, pero la caída, en caso de ocurrir, no tendrá ni de lejos la entidad de la del ejercicio 2008-2009.
Los ganados en engorde tuvieron un retraso en su preparación: la faena, en lo que va de este año, se presenta bastante baja, y, según afirman los operadores, hay poco ganado adelantado en los campos.
La faena
Como decíamos, en lo que va de 2011, la actividad sigue siendo reducida; enero cerró con la magra cifra de 165 mil reses procesadas, la menor para este mes desde 2004.
Nuevamente, como viene ocurriendo desde hace 18 meses, con escasas excepciones, la faena de vientres superó a la de novillos: 50%, frente a 47%, respectivamente.
El mercado
El precio de la carne de exportación en el acumulado de este año se ubica 44% por encima del que se obtenía hace un año (U$S 3.657 la ton carcasa en la segunda semana de febrero), aunque es un poco inferior al de diciembre pasado. La media res para el mercado interno subió entre 20 y 25% en dólares, en un año.
Acompañando con retardo el aumento de la carne, lenta, pero sostenidamente, el ganado de embarque ha ido subiendo, aunque, inesperadamente para la época del año, creció más la reposición. En las secas, los ganados de todas las categorías, pero especialmente los de reposición y cría, normalmente bajan fuertemente de precio: esta vez, en cambio, luego de algunas pestañadas en diciembre, repuntaron y están en alza, hasta alcanzar niveles sin antecedentes en nuestro medio.
Un factor alcista fundamental es la exportación en pie, pero los invernadores locales acompañan el mercado.
Evidentemente, los ganaderos creen que este escenario de precios altos de la carne habrá de continuar: siguen apostando al futuro y lo hacen a su propio riesgo, sin intermediarios bancarios que azucen, como ha ocurrido en otras ocasiones.
La exportación en pie, el stock y la industria
Cada pocos días el puerto se llena de mugidos y balidos; no parece que uno ande costeando la pintoresca bahía montevideana, cerca de los muelles donde recalan coquetos cruceros del amor jubilado.
Largas filas de vacas y ovejas desfilan por los tubos y escaleras de madera, trepando desde los camiones hasta allá arriba, en las altas cubiertas de los barcos de nombres árabes. Insólita imagen que se ha vuelto frecuente en los últimos tiempos.
Este canal de comercialización, la exportación en pie de ganados vivos, que desde hace años funciona en nuestro medio, aceleró su ritmo en los últimos meses de 2010 y se agudizó en lo que va de 2011. En el último semestre del año pasado se embarcaron más de 108 mil vacunos, en enero fueron casi 30 mil y en febrero esta cifra se superará ampliamente.
Se embarca para varios países del Medio Oriente, pero es el mercado turco, que ha generado tanta controversia (ver El País Agropecuario Nº 191, página 10), el que sigue operando con mayor fuerza, demandando básicamente novillitos jóvenes, aunque también compran algunas vaquillonas.
Por su parte, Brasil también está comprando ganado para faena, mayoritariamente vacas y vaquillonas, pero en general atraviesan la frontera en camiones.
La exportación en pie, si bien detrae del stock un número significativo de animales, que al no faenarse internamente dejan de contribuir a otros sectores en montos relevantes (unos U$S 339 por cabeza era, en diciembre, el valor agregado industrial más impuestos, según el INAC), también representa una fuente de ingresos adicional para algunos circuitos, ya que hay que hacer concentraciones, racionar los animales y hacer un estricto control sanitario.
Aunque compran ganados de todas las categorías, la mayor presión para cargar los barcos recae sobre los terneros pesados y los novillitos de sobreaño: machos entre los 200 y 300 kilos, lo que ha llevado los precios de estas descripciones a niveles inesperados.
Pero justamente se trata de la categoría más raleada por la sequía que afectó el entore de 2008-2009: son los terneros (machos y hembras) nacidos en la primavera de 2009, que sumaron escasos 2,3 millones en la declaración jurada de 2010, 440 mil menos que el año anterior, o los que se hubieran declarado en un ejercicio climático normal.
A pesar de que la faena de novillos totales ha bajado en el último año y medio, la baja está ampliamente compensada por los embarques en pie. Puede anticiparse que va a haber un agujero de significación en la categoría de novillos formados.
El fenómeno desvela a la industria frigorífica localizada en nuestro país, que ha invertido ingentes montos para adecuarse a las exigencias de los mercados mejores y hoy tiene una alta capacidad instalada ociosa.
Por añadidura, los datos disponibles sobre el stock indican que estamos en la menor cifra en UG –sumados vacunos y lanares–, en muchos años, y tampoco parece vislumbrarse una recuperación importante a corto plazo. No obstante, el precio de las plantas frigoríficas y de las empresas no refleja ninguna crisis, ni actual ni en el horizonte, tal vez debido más a situaciones propias de Brasil que de nuestro país (ver "El fenómeno Brasil").
De todos modos, la dimensión de la corriente exportadora es tal que obliga a preguntarse si este escenario es sosteni-
ble en el largo plazo. En 2010 se embarcaron 207 mil vacunos vivos; al ritmo que llevamos, alcanzaremos esa cifra a mediados de año.
Impuestos, la carga y el retorno
En estos días ha vuelto a la palestra el tema de la tributación agropecuaria. En la opinión de algunos políticos y economistas vinculados al partido de gobierno, los productores agropecuarios están teniendo ganancias extraordinarias y deberían contribuir con mayores fondos a solventar las políticas sociales.
Para ese fin deberían implementarse retenciones a las exportaciones de productos primarios, así como mayores impuestos a la tierra. El agro aporta unos U$S 228 millones anuales (2010) al fisco y al BPS, según los cálculos de Adrián Tambler, técnico de OPYPA, lo que equivale a algo más de 2% del presupuesto nacional e implica una presión fiscal de 7% sobre el Producto sectorial.
Recordemos que el sector no paga Impuesto de Primaria ni Patrimonio (salvo las SA), ni otros impuestos que recaían sobre la tierra, como el IMPROME y luego el IMAGRO, que gravaban la productividad ficta del campo, de acuerdo a su potencial productivo. Se pagan, sí, BPS, aportes patronales con referencia al área explotada y Contribución Inmobiliaria.
Además se pagan impuestos a las ventas, IMEBA, o Impuesto a la Renta, IRAE. Y también se pagan impuestos indirectos, como IVA en los insumos y servicios, municipales (1% de las transacciones ganaderas) y una tasa de 1 U$S/cabeza en los ganados de embarque (para las Cajas Negras). Parecía haber un consenso sobre las ventajas de gravar la renta y no los ingresos brutos, y sobre todo no gravar la tierra –como se hacía antiguamente, con tan malos resultados–, pero este enfoque se vuelve a discutir.
En la actualidad, no parece que los pro-ductores agropecuarios, en particular los ganaderos, tengan ganancias extraordinarias. Sí se registran fuertes aumentos en el valor de los activos, sobre todo de la tierra.
Pero no es lo mismo una cosa que otra: el negocio productivo no parece estar obteniendo excesivos márgenes en estos años. La vertiginosa y reciente valorización de la tierra no responde integralmente a una mejora en la rentabilidad de la actividad, sino que está determinada por un cúmulo de otros factores, como el aumento de precios de los commodities agrícolas, así como otros muchos puramente financieros, vinculados con la abundancia de dólares recién salidos de la máquina, el diferencial de tasas de interés entre el mundo rico y nuestros países, a los que se suman factores puramente regionales, como la presencia de empresarios argentinos que, sacando una pata del caos de la política antiagrícola que sufren, expandieron su actividad a nuestro país y revolucionaron la agricultura local. Por la otra frontera, se agrega el accionar de algunos notorios brasileros.
Los rebotes de la agricultura y la forestación impactan de diferentes formas en la ganadería, que sigue siendo la principal actividad en cuanto al área ocupada y al número de productores involucrados. Se trata de un sector que está en transformación, pero viene de atrás y tiene muchos desafíos que enfrentar.
Los problemas climáticos, con severas sequías cada vez más frecuentes -alternadas con violentas inundaciones-, el atraso cambiario, las variaciones abruptas en los precios de los productos, los elevados costos de los insumos, siguen condicionando los resultados económicos de las empresas.
Los pocos análisis microeconómicos objetivos que se conocen, como las carpetas verdes de FUCREA y del Plan Agropecuario, más bien coinciden en que los márgenes de la ganadería son estrechos y muchas veces negativos, aun con precios de sus productos medidos en dólares ubicados en niveles históricamente altos.
Se habla de gravar a los exportadores y al agro, dos sectores que están en auge. Pero en realidad los que están en auge son los importadores, insuflados por el dólar barato: a pesar del aumento de las exportaciones, cada vez más basadas en productos primarios, el déficit comercial de mercancías no deja de crecer. Un par de botones de muestra: en 2010 se importaron casi 43 mil automóviles y 750 mil televisores chatos (¡!).
Los sectores exportadores son gravados con el tipo de cambio bajo, detracción no explícita por la que transfieren al resto de la economía buena parte de sus ingresos; pero es una cuenta que nunca se hace. Sería bueno, a la hora de idear mayores recaudaciones, tener mucho cuidado de no afectar los actuales procesos virtuosos de inversión y crecimiento, de niveles que hace un siglo el país no vivía.
De cualquier modo, lo más grave no es el monto a pagar sino lo que se hace con esa plata: el Estado reclama cada vez más, pero la contrapartida es exigua. La infraestructura física del país está descalabrada y pone en cuestión la sostenibilidad del crecimiento; los caminos están desechos, el ferrocarril sigue en veremos, los puertos están desbordados, el abastecimiento eléctrico es caro e insuficiente en carga, las comunicaciones en el Interior quedaron postergadas (es imposible trabajar con Internet) y ni hablar de las carencias y omisiones en la prestación de los servicios básicos: seguridad, salud, educación rural en el campo y en los pueblos. Pero de ajustar gastos, aumentar las inversiones o mejorar los servicios ni se habla.
El fenómeno Brasil
Los vecinos del Norte son los principales compradores de productos uruguayos: en las exportaciones registradas –las formalizadas– representan 20% del total en lo que va del año. Pero hay que agregar el gasto de los turistas (50 mil brasileros entraron en enero) y sobre todo las compras minoristas, que alborotan al comercio fronterizo. En lo que tiene que ver con la ganadería, importan carne –1.000 toneladas en enero, 12,8 mil en 2010-; ganado en pie para faena: 3,5 mil cabezas en enero; insumos productivos de diverso tipo: barraca, veterinaria, almacén; y también compran carne: hay una fuerte exportación no registrada desde los mostradores de las carnicerías fronterizas, que no dan abasto para atender la demanda de los brasileros. Mientras el real siga con esta fortaleza, este fenómeno habrá de continuar, aunque si por alguna razón se altera la relación de cambio con el dólar, algo que no parece a la vista por ahora, todo este movimiento cesa de un momento a otro.
FONTE: EL PAÍS