Mientras, seguirán situaciones complejas, plantas que cierran, trabajadores que se quejan y paralizan tareas.
Los problemas de sobredimensionamiento seguirán presentes. Pero se irán amortiguando gradualmente. Además, hay en realidad allí, encubiertos, dos problemas. Uno es el problema general del país, de contar con capacidad para faenar tres millones de vacunos por año, y solamente procesar poco más de dos millones. Pero otro problema es el de algunas empresas que tienen su propio exceso de tamaño y que están con dificultades para captar todo el ganado que necesitarían.
Mientras esas tensiones se procesan, parece estar empezando una poszafra, con las características típicas de ese período: muy baja faena, precios que van gradualmente recuperándose y obligan a mirar hasta setiembre como fase de precios en ascenso.
La industria hizo el mayor ajuste que pudo una vez que cumplió con sus compromisos de Hilton en junio. Esta semana ratificó que los precios de exportación no están ante una caída grave, la oferta permanece muy escasa y empieza a construirse la segunda curva de la especie de w que forman los precios del ganado gordo cada año. Dos momentos de suba, en marzo y setiembre, dos momentos de baja en julio y diciembre.
Ahora que falta menos de un mes para el comienzo del rebrote de las pasturas en el norte parece claro que no habrá mucho más ajuste en el precio del ganado gordo. Aunque algunas empresas sigan con fuertes problemas de costos, la baja oferta y los precios del mercado local e internacional consolidarán otro año con un precio mínimo para los mejores animales en el entorno de US$ 3,50 en cuarta balanza
Los problemas de sobredimensionamiento seguirán presentes. Pero se irán amortiguando gradualmente. Además, hay en realidad allí, encubiertos, dos problemas. Uno es el problema general del país, de contar con capacidad para faenar tres millones de vacunos por año, y solamente procesar poco más de dos millones. Pero otro problema es el de algunas empresas que tienen su propio exceso de tamaño y que están con dificultades para captar todo el ganado que necesitarían.
Mientras esas tensiones se procesan, parece estar empezando una poszafra, con las características típicas de ese período: muy baja faena, precios que van gradualmente recuperándose y obligan a mirar hasta setiembre como fase de precios en ascenso.
La industria hizo el mayor ajuste que pudo una vez que cumplió con sus compromisos de Hilton en junio. Esta semana ratificó que los precios de exportación no están ante una caída grave, la oferta permanece muy escasa y empieza a construirse la segunda curva de la especie de w que forman los precios del ganado gordo cada año. Dos momentos de suba, en marzo y setiembre, dos momentos de baja en julio y diciembre.
Ahora que falta menos de un mes para el comienzo del rebrote de las pasturas en el norte parece claro que no habrá mucho más ajuste en el precio del ganado gordo. Aunque algunas empresas sigan con fuertes problemas de costos, la baja oferta y los precios del mercado local e internacional consolidarán otro año con un precio mínimo para los mejores animales en el entorno de US$ 3,50 en cuarta balanza
fonte: Agrotemário
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