sexta-feira, 3 de fevereiro de 2012

El ingreso de granos desde Argentina se suma a la polémica de exportación de ganado en pie

A medio camino entre la necesidad de abaratar los costos de producción y mantener los equilibrios en la economía, el comercio de granos forrajeros vuelve al tapete por las distorsiones provenientes de Argentina


El maíz, un grano codiciado para la alimentación animal, en el centro de una controversia


En las últimas semanas y meses ha tomado fuerza dentro del sector agrícola una polémica que, llevada al extremo, contrapone la necesidad de abaratar los costos de alimentación de los productores, tanto lecheros como ganaderos, con el aumento de la participación de granos forrajeros en las rotaciones.

Mantener la economía y permitir que el comercio actúe como puerta de vaivén para equilibrar los mercados es algo defendido por casi todos los actores del sector agropecuario. 

Sin embargo, a la polémica sobre el trancazo a la exportación de ganado en pie se suma otra que tiene que ver con el ingreso de granos desde Argentina dentro de un esquema de distorsión de comercio. 

El año pasado se disparó entre racioneros y productores agrícolas locales la luz amarilla y casi roja por el ingreso de maíz partido y “mezclas” de granos argentinos que pagan un nivel de retenciones menores que las exportaciones de granos “enteros” y que no necesitan de cupos para su colocación en el exterior. 

Es así que el gobierno –al igual que en la exportación en pie– deberá buscar el equilibrio entre la creciente necesidad de tamberos, empresas avícolas y feedlots por alimento barato con el incentivo a la producción de granos como el maíz y sorgo. 

Desde ambos lados del mostrador hay razones válidas que atender y eso lleva a que las decisiones que puedan tomarse no sean fáciles, si finalmente se adoptan, ni generen resistencias de uno u otro lado.  A esto se suma la presencia de Argentina como fuente de distorsiones comerciales, que también conocen los exportadores, que tienen que pasar por el filtro discrecional de los funcionarios de ese país para poder colocar sus productos. 

En 2011 las importaciones de maíz de grano partido totalizaron 161.805 toneladas, multiplicándose por seis frente a las compras del año anterior, que alcanzaron las 29. 015 toneladas. 

¿Qué fue lo que pasó? Al comienzo del año 2011 se descontaba que la producción local de maíz iba a ser pobre en cuanto a rendimiento. En un contexto de déficit hídrico más intenso que el registrado sobre fines de año y enero los precios del maíz –y por ende– del sorgo se fortalecieron. 

Los productores y acopiadores que vendieron la cosecha lograron precios por encima de los US$ 300 por tonelada por el maíz, mientras otros especularon son subas adicionales de precios en los meses siguientes. 

Con una ajustada producción local y precios caros en Argentina, “aguantar” el maíz podría ser un excelente negocio. En ese marco es que se da el explosivo crecimiento de las compras de maíz partido de la mano no sólo de los importadores habituales, sino de los propios consumidores finales como, por ejemplo, las empresas avícolas. 

Como se ve en las gráficas adjuntas, el precio CIF de importación de este producto cayó en forma constante a lo largo del año impulsando una creciente corriente comercial que dejó en falsa escuadra a los productores y acopiadores locales. En muchos casos debieron vender el maíz a precios sensiblemente inferiores a los que hubieran conseguido durante la cosecha. 

Es así que se generaron reclamos y gestiones para equilibrar el mercado. En las últimas semanas la sequía en Argentina se llevó una parte importante del rendimiento de los cultivos encareciendo la importación de este producto. Sin embargo, los empresarios y productores locales lo siguen viendo como una amenaza para su actividad en la medida que no haya medidas que administren o controlen el ingreso tanto del maíz partido como de las “mezclas” de granos como maíz y soja o trigo y maíz, entre otras. 

El argumento base es que se trata de una distorsión comercial lisa y llana. La exportación de maíz partido paga 5% de retención a la exportación contra 20% del maíz entero. En Argentina se busca impulsar mediante menores retenciones los productos que tengan un componente de industrialización frente a las exportaciones de los granos sin procesar. Lo cierto es que el “valor agregado” para lograr el maíz partido es mínimo y, como dicen algunos productores locales, solamente falta ajustar las cosechadoras para obtenerlo. 

Consolidada esta corriente de negocios la paridad de importación para el maíz local pasó a ser el grano partido importado de Argentina cuando antes era el cereal de grano entero que paga mayores retenciones. 

Los que impulsan un control sobre este comercio sostienen, además, que el ingreso libre de este tipo de productos va en contra del impulso en la siembra de maíz y sorgo dentro de las rotaciones agrícolas locales. 

Desde el lado de los productores e importadores hay recelo sobre estos planteos detrás del cual ven la intención de cerrar el mercado para poder “sentarse” arriba de los granos y especular al alza con los precios. 

Como vimos al principio, el gobierno tendría que administrar dos objetivos como son el acceso a alimento barato por parte de tamberos, productores de pollos y feedlots, y el aumento en el área dedicada a maíz y sorgo dentro del plan de preservación de los suelos. 

En cuanto a la exportación de ganado en pie el gobierno debe administrar más de un objetivo. Las gremiales agropecuarias quieren un marco de mayor certidumbre para contar efectivamente con una herramienta que ha dinamizado la producción desde la década de los noventa. 

El Ministerio de Ganadería ha sostenido que el enlentecimiento en los permisos se debe al mayor trabajo en áreas sanitarias clave y en la necesidad de realizar un mayor control sobre los envíos al exterior. Este argumento no ha sido de recibo entre los productores, que advierten sobre el impacto de la estrategia oficial sobre el sector criador.  

En el gobierno hay sectores que muestran reticencias sobre la exportación en pie, lo que es acompañado por un sector del sindicato de trabajadores de los frigoríficos. La industria también sintió el impacto de la fuerte salida de ganado del último año y ha pedido que haya un mismo tratamiento impositivo para la exportación en pie respecto al resto de los productos agropecuarios. Se critica que Turquía, el principal importador, impone altos aranceles a la importación de carne, lo que vuelve asimétrico el comercio con ese país.

La regularización de las lluvias puede haber quitado algo de presión a la necesidad de exportar en pie aunque el reclamo de los productores seguirá. ¿El equilibrio estará en establecer un cupo de ventas por categorías de acuerdo a los parámetros de stocks y oferta interna? No es la hipótesis de máxima de las gremiales pero podría ser un punto de equilibrio a explorar en la difícil búsqueda de atender más de un objetivo.

El principal destino no se puede descuidar.

Turquía ha sido el mercado casi excluyente para la exportación de ganado en pie uruguayo, liderando las compras desde su irrupción hace dos años. De las cerca de 20 solicitudes para exportar ganado en pie que esperan por la aprobación del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), la mayoría son negocios hacia ese destino. 
Sin embargo, el turco no es un mercado que puede descuidarse pues la competencia de otros proveedores es intensa, aunque los operadores locales destaquen el interés de los turcos por el ganado uruguayo. 

Australia es uno de los principales proveedores de ganado en pie a Turquía, aunque las nuevas normas sobre bienestar animal podrían ser un obstáculo, al menos, en el corto plazo para la continuidad de esa relación comercial. Australia dio plazo hasta el 29 de febrero próximo para que Turquía, Kuwait, Qatar y Bahrein se ajusten a los nuevos estándares en el manejo de los animales. En los medios especializados australianos se reflejó en las últimas semanas el temor de los exportadores porque se pueda cortar el flujo comercial con Turquía si este país no cumple con las exigencias de bienestar animal. 

Especialmente porque recientemente el gobierno turco aprobó importaciones de ganados de países europeos como Francia, Rumania y Hungría, además de México. Los exportadores uruguayos destacan la irrupción de México y la posibilidad que Brasil logre la autorización sanitaria para enviar ganado para engorde al mercado turco.

A Turquía.

El 98,8% de las exportaciones de ganado en pie en 2011 fueron a Turquía mientras ese destino concentró más de la tercera parte de los animales importados para faena. El año pasado se exportaron en pie 184.233 animales  para engorde y faena. Para engorde fueron 167.674 animales, de los cuales 165.709 tuvieron Turquía como destino. Luego hubo ventas de 1.775 animales para Túnez y 190 para Brasil. Las ventas de ganado en pie para faena totalizaron los 16.559 animales, con Turquía comprando 6.405. Los otros importadores fueron Líbano (6.512 animales) y Brasil con 3.642 cabezas. Turquía también compró 1.214 animales para reproducción de un total importado de 28.722 cabezas.

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