Por Jorge Chouy
jchouy@seragro.com.uy
Al finalizar el primer cuatrimestre del año, las condiciones con que opera la plaza ganadera tienden a moderar algunos factores distorsivos y la actividad parece encauzarse con cierta racionalidad.
Los precios de la carne para el mercado interno, que en su momento generaron irritación y polémica, se ajustaron a la baja, por lo menos a la salida de los frigoríficos; habrá que ver qué tanto se traslada de estos movimientos al consumidor final.
No obstante, los precios de exportación se afirman en niveles que no tienen antecedentes, por lo altos.
Los ganados de embarque reflejan esa realidad y se estabilizan en valores históricamente elevados (los mayores en dólares y también en pesos constantes, a pesar del atraso cambiario), luego de una larga pul-seada de los productores con la industria.
La faena sube sostenidamente y crece la extracción de novillos por encima de la de vacas, luego de un prolongado período en que los vientres superaron en número a los machos en las playas de los frigoríficos.
Por la otra punta, la exportación en pie a Turquía cede algo la presión que ejercía en el mercado de reposicin, al tiempo que todas estas categorías alcanzan cotizaciones récord, impulsadas, más que por los exportadores en pie, por los invernadores locales.
En la demanda de algunas categorías de reposición se destaca la participación creciente de los frigoríficos, que extienden una pata en esa dirección, comprando novillos para poblar corrales de su propiedad, buscando asegurarse parte de la materia prima para la postzafra. Los altos costos de la alimentación en los corrales y también los elevados precios de los ganados apropiados para este destino restringen esta opción a pocos actores.
Sobre el escenario productivo, en momentos en que los mercados se muestran favorables y campea el optimismo, retorna la preocupación por el tiempo, que no ha terminado de aventarse.
Luego de las abundantes lluvias de marzo, pareció que quedaban atrás los dolores y las amenazas que provocó la sequía (despareja, pero intensa en varias zonas) y que sólo quedaba restañar las heridas, y esperar que vinieran los pastos del campo y los cultivos sembrados, cuando otra vez se cortaron las aguas.
Hacia la tercera semana de abril, al cierre de esta nota, la situación volvía a ser preocupante. La recuperación de los campos se detuvo, los cultivos forrajeros sembrados, que habían arrancado bien, han estado jaqueados, aunque parecen salvarse con algunas lluvias caídas en la Semana de Turismo.
Por otra parte, empiezan a generalizarse los tactos en el rodeo de cría con resultados sumamente dispares, pero con alto porcentaje de fracasos. La sequía parece haber incidido más de lo que se estimaba previamente.
Observemos con más detalle algunos de estos fenómenos.
Faena y producción
Como veíamos, el ritmo de extracción ha ido creciendo, pero todavía está muy lejos del nivel de un año normal: a mediados de abril el acumulado se ubicaba 11% por debajo del año anterior.
La composición, sin embargo, varió respecto al primer cuatrimestre de 2010: van faenados 9% más novillos, pero ha decrecido significativamente el número de vacas (vientres): bajó 25% en términos relativos; son casi 100 mil cabezas menos que en el año anterior.
Con estos guarismos, las vacas volvieron a representar menos de 50% del total de la faena, lo que parece una proporción más adecuada que la del año previo. La corrección en la composición de la faena se dio recién a partir de marzo, porque hasta entonces las vacas seguían siendo la mayoría de los animales faenados.
En realidad, la caída en el número de vacas en este año respecto al pasado puede responder a causas variadas: sin duda hay una intención de retener vientres por parte de los productores, estén o no preñados, siempre que puedan servirse más adelante.
Otro factor que puede explicar la baja es simplemente que ha habido menos pasto, y no hay tantas vacas gordas como hubo en el verano y el otoño del año pasado. Ya se verá si los mejores precios para la cría son eficaces para promover la retención de vientres y la producción de terneros, como hace tanto tiempo se espera. Por lo pronto se enuncian decisiones de entorar en invierno lo que haya fallado en el verano.
La carne de exportación
La baja en la producción se trasunta en un porcentaje aún mayor de reducción en los volúmenes exportados, que superan 14% en los primeros tres meses y medio del año.
Sin embargo, los precios promedio logrados han seguido aumentando: en marzo superaron los U$S 4.000 por tonelada carcasa y parece que en abril serán un poco mayores. Son precios que sólo encuentran comparación con los de agosto-setiembre de 2008, los días previos al derrumbe provocado por la crisis financiera global.
En el acumulado del año, el incremento respecto a 2010 es del orden de 40%, pero esta brecha viene achicándose porque el proceso de suba del año pasado fue sostenido, mes a mes, y alcanzó un pico en diciembre, para luego bajar en forma moderada en los primeros meses de 2011.
Si no hay variaciones mayores respecto a lo que viene ocurriendo, el precio promedio de este año completo sería alrededor de 30% superior al de 2010. Hay que ver si los volúmenes relativamente reducidos que se están exportando se recuperan más adelante, si se cumple el pronóstico de una faena similar a la del año anterior previsto por el Instituto Nacional de Carnes (INAC).
El mercado interno
Como es notorio, los fuertes aumentos que se registraron en febrero y principios de marzo en la carne destinada al abasto dieron pábulo a una crispada polémica, con participación de actores variados, algunos de los cuales llegaron a reclamar medidas no muy atinadas para dar respuesta a este problema (suponiendo que lo sea), considerando que los uruguayos encabezamos el ranking mundial de consumo de carne per cápita.
De todos modos, el empuje alcista que traía el producto se revirtió hacia mediados de marzo (cuando alcanzó el pico máximo) y bajó un significativo 5% en pesos desde entonces. En dólares bajó menos, 3,8% en el mismo período, pero el consumidor compra la carne en pesos. Estos datos corresponden a la venta de media res ponderada de novillo-vaca por parte de los frigoríficos a los carniceros.
Habrá que esperar los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) para ver cuánto de la baja se traslada finalmente al público, con la composición de consumo que releva el Instituto, teniendo en cuenta que los carniceros no habían trasladado totalmente la suba en su momento.
Puede preverse razonablemente que, luego de algunas pestañadas, el consumo se mantiene en niveles altos, y que el público, con un ingreso acrecido, acepta y se acostumbra a los nuevos valores, que vinieron para quedarse.
Precios: ganado de embarque
Como comentábamos en la edición anterior (ver páginas 12 a 14 de El País Agropecuario Nº 193), el mercado de haciendas gordas transcurrió por momentos de dura pugna, en los cuales los productores se mostraron renuentes a aceptar los precios que ofrecía la industria y, a su vez, ésta intentaba no convalidar valores demasiado elevados al inicio de la zafra.
Finalmente, luego de altas y bajas, los precios de los ganados encuentran un nuevo equilibrio en valores muy altos en comparación con los históricos, similares e incluso superiores a los de otros países competidores, como Australia y Nueva Zelanda, que siempre estuvieron muy por encima de los que acá se pagaban.
Los novillos pesados, que dan cortes de exportación, se pagan hasta U$S 4,10 el kilo en 2ª balanza, y la vaca de similares características llega a U$S 3,70. Estos valores superan en 50% a los vigentes en la misma fecha del año pasado y duplican a los del otoño de 2009.
Nuestra región entera está nuevamente con valores muy altos, en un caso (Brasil) por factores cambiarios, y en el otro (Argentina) por la escasez de ganado y la presión de la demanda interna sobre esa oferta reducida.
Exportaciones en pie
Hasta el 31 de marzo se contabilizaban 105 mil cabezas embarcadas, pero a mediados de abril se agregan una exportación de 4.500 terneras lecheras a China y varios embarques a Turquía, que suman casi 30 mil animales más.
No obstante, últimamente, el ritmo que traía este canal de ventas se ha enlentecido. Los permisos para exportar se siguen otorgando, pero se dan de a uno y con alguna pausa entre uno y otro.
La gran mayoría de los ganados se exportó con destino a engorde. En el primer trimestre sumaron 83.562 cabezas. Para faena fueron 16.559 y, para reproducción, 5.322. Turquía llevó 84% del total de animales y casi todos los de engorde.
En determinados momentos la demanda turca era decisiva para poder comercializar y prácticamente fijaba los precios; actualmente el mercado está más repartido, movido por una demanda interna intensa, que abarca a todas las categorías de ganados para el campo.
El engorde a corral
Este sistema tiene un papel importante para cumplir en este ejercicio, para el que el país ha ido desarrollando una estructura respetable, pero los actuales precios de los ganados y altos costos de la alimentación dejan márgenes estrechos y sólo un aumento sustancial del precio final viabilizaría el negocio.
Sin embargo, hay buena demanda de la categoría de novillos de 2 a 3 años, de unos 350 kilos, precisamente los apropiados para este sistema; son los que más subieron en las ventas de abril. Lo explica la importante participación en las compras por parte de las mismas empresas frigoríficas, que a su vez poseen corrales, están montando nuevos o ampliando los que tienen.
Para un invernador que no cuente con alguna garantía adicional, el negocio es vidrioso.
Veamos algunos números: un novillo comprado a U$S 2 el kilo en pantalla llega a no menos de U$S 2,15 al corral. Actualmente, el costo diario por cabeza en un corral es de unos U$S 3,70 a 3,80 por día. Si engorda 1 1/2 kilos por día (lo que equivale a 1,350 kg en la balanza del frigorífico), cada kilo producido tendría un costo de U$S 2,80 en pie.
Para cubrir ese costo, el precio del novillo debería estar muy por encima del actual en el momento de venta, aun considerando los beneficios que normalmente se pactan.
El alto costo del corral es el reflejo del precio de los granos. Hoy, en nuestra plaza, el maíz, puesto en el corral y embolsado, cuesta unos U$S 320 por tonelada, y el sorgo llega a U$S 220 en las mismas condiciones, valores que ponen un piso alto a la actividad, que conlleva un riesgo importante.
Esos precios inflados también alcanzan a otros subproductos agrícolas, aptos para la alimentación a corral, como la cáscara de soja. Y este comentario sólo enfoca a la alimentación, no consideramos los aumentos en los otros insumos, como mano de obra, combustible, etc.
Con estos costos, cada novillo terminado tiene U$S 400 agregados en el corral, en una estadía de 100 días o poco más, que deben pagarse con los 140 o 150 kilos incorporados en ese período.
No obstante, muchos productores, especialmente los que hacen ciclo completo, están llenando los corrales, demostrando tener una visión optimista sobre el futuro próximo de la carne
FONTE: EL PAÍS
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