sexta-feira, 29 de abril de 2011

URUGUAY - El stock y la extracción

La faena del año corriente ha venido siendo magra, claramente inferior a la de los últimos años, pero en abril parece dinamizarse, como se informa en las páginas 18 a 20 de esta edición.

Simétricamente, la exportación en pie mantuvo en este primer cuatrimestre una presencia significativa, aunque últimamente existen indicios de que puede estar mermando su intensidad.

En el acumulado de los últimos 10 meses, considerando el primer cuatrimestre de este año y contando desde el cierre del último ejercicio agrícola (30 de junio de 2010) -que marcó un punto de inflexión importante entre los dos semestres del año pasado-, la faena rondará 1,7 millones de cabezas.

Mientras tanto, la exportación en pie habrá absorbido alrededor de 270 mil cabezas, aunque la gran mayoría corresponde a categorías jóvenes: novillitos y toritos de sobreaño, vaquilloncitas y, en menor proporción, algunos lotes de ganado gordo.

Como ha sido comentado anteriormente, la extracción en pie, al recaer en una categoría relativamente escasa -que corresponde a la generación de terneros nacidos en 2009, raleada por la gran sequía de esos años-, acentúa un problema para el futuro cercano: la disponibilidad de ganado de faena a partir del año próximo.

En la Declaración Jurada de DICOSE del año pasado figuran 2,3 millones de terneros/as; vale decir que 1,15 millones serían machos (unos 200 mil menos que en un año normal) y es precisamente de ese universo de terneros, hoy novillos de sobreaño, que se está extrayendo la mayor parte de los animales que se exportan en pie.

Terneros en el sube y baja

En esta temporada, en cambio, se estaría destetando un número mucho mayor de terneros que el año pasado, dado que la parición de la primavera de 2010 marcó una recuperación notoria respecto a la del ejercicio anterior, debido básicamente a las lluvias de la época de entore y al importante número de vacas falladas que se sirvieron, por más que una parte significativa fue embarcada para faena.

Serán estos terneros los que deberán suplir, mediante una aceleración del engorde, a los novillos faltantes.

En el último entore, recién finalizado, volvería a sufrirse una cuantiosa fallada de vacas, nuevamente adjudicable a la falta de lluvias de primavera y verano.

Sin embargo, el cambio en la relación de precios, con una fuerte suba en el valor de los terneros, induciría a los productores a retener vientres y a intentar un entore de invierno, si consiguen mejorar para entonces la disponibilidad de forraje.

FONTE: EL PAÍS

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