La mejora de la productividad de los EE.UU. puede servir de ejemplo para pensar un nuevo modelo
La visión de focalizar el análisis y poner todas las expectativas de nuestra ganadería en la recomposición del stock es pobre y casi primitiva.
Ya conocemos los motivos por los cuales hemos perdido stock, pero lo peor de la situación es que, por el escepticismo que aún flota en el aire, no hay señales de que vaya en lo inmediato a mejorar la eficiencia de la cadena de la carne vacuna (la cadena incluye al sector privado y al Estado) , y, entonces, como decía el admirado G.K. Chesterton, el problema no es que no se encuentran las soluciones; el problema es que ni siquiera se entiende cuál es el problema!
Intento describir; tal vez, soñar, una nueva ganadería, como un negocio proactivo y no a la defensiva. Que no sea acumulación, sino de eficiencia. Una actividad para producir carne en serio: aumentar fuertemente la producción de carne por cabeza, producir forraje con toda la tecnología disponible, y usar la genética que permita potenciar los atributos de la carcasa y que se reconozca en el precio. Que no haya tantos ganaderos preocupados por tener hacienda con un frame moderado y que haya más ganaderos preocupados por medir el ojo del bife, el marmoleado, la terneza, el peso de la carcasa, y su balanceado rendimiento ( yield ) de músculo y grasa. Una ganadería de avanzada, eficiente y sustentable, que produzca y comercie libremente. Y entonces viene la pregunta del millón: ¿qué modelo ganadero es el que da mayor sustentabilidad? ¿Extensivo, intensivo o una combinación de ambos?
En una presentación hecha hace muy pocos días en Denver, Colorado, en ocasión del Congreso de Engordadores (Merck Animal Health Cattle Feeders Business Summit) la profesora e investigadora Jude Capper de la Washington State University, utilizó la siguiente analogía para desarrollar el concepto, y entonces preguntaba al público cuál era el vehículo más eficiente, si el que para recorrer una distancia quema 10 litros de combustible o el que para la misma distancia quema 20 litros. Obviamente, uno dice que el primero, pero entonces agrega: ¿y si el primero lleva cuatro personas y el segundo, 50? No hay duda: es el segundo.
El mismo concepto se aplica a la agricultura animal, en que los aumentos de productividad reducen considerablemente el daño al medio ambiente. En 1977, señala el informe, en los Estados Unidos se precisaban cinco animales para producir el mismo volumen de carne que hoy se produce con cuatro.
Los principales adelantos de la agricultura animal bovina de carne en Estados Unidos entre 1977 y 2007 están documentados, y son estos:
El aumento de producción de carne por animal: 131% más.
Tamaño del rodeo nacional: 30% menos.
Cantidad de alimento por carne producida: 19% menos.
Agua utilizada para producir carne: 14% menos.
Superficie de campo utilizada: 34% menos.
Desperdicios animales producidos : 20% menos.
Emisiones de metano: 20% menos.
Impacto total ecológico (carbón footprint ): menos 18%.
Define tres modelos de producción de carne vacuna, de la siguiente manera:
1. Convencional: a campo, hasta el año, y luego, con dietas de alta energía, usando implantes y antibióticos.
2. Natural: igual al anterior, pero sin hormonas ni antibióticos.
3. Terminación a pasto: la hacienda a pasto hasta su faena.
Termina su informe diciendo que, si se quisiera transformar toda la producción de carne al método natural, esto requeriría 14,4 millones más de cabezas. Pero si se quisiera llevar todo a producción a pasto, harían falta 64,4 millones más de cabezas y 5,4 millones de hectáreas, que es nada menos que el 75% de la superficie del estado de Texas.
Este trabajo ciertamente mueve a la reflexión, no para copiar nada, sino para preguntarnos cuál sería nuestro modelo para esa nueva ganadería. Quedan pocas dudas de que en el mundo, cuando se habla de ganadería, lo primero que se hace es medir y no tanto mirar "vacas lindas". Eso se hace en las exposiciones.
Dejemos de acumular cabezas como hace 100 años, animémonos y demos el salto hacia el cambio de paradigma Si lo pudimos hacer en la agricultura con los mismos productores, ¿por qué no sería posible en la ganadería? Este es el momento propicio para invertir en tecnología.
Empecemos juntos a recorrer este camino hacia la eficiencia y la sustentabilidad. El Estado, generando el marco adecuado, y el sector privado, invirtiendo. El verdadero desafío, como se ve, es inmensamente mayor y más importante que la simpleza de recomponer el stock manteniendo todas las ineficiencias históricas. Este sí vale la pena.
FONTE: LA NACION
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